URBEM SANA, MENS SANA ET CORPORE SANO.
Permitidme la licencia de parafrasear a Décimo Junio Juvenal, poeta romano autor de la célebre cita “Mens sana in corpore sano” en la que hacía referencia a la necesidad de orar para mantener una mente equilibrada en un cuerpo equilibrado. Diecinueve siglos después podríamos modificarla para recalcar la necesidad de legislar la reordenación urbana de manera que las ciudades contribuyan a mantener una mente y un cuerpo sanos.
Enero de 2021, Barrio de Benalúa, Alicante, España. Han pasado casi 140 años desde que este barrio Alicantino, en el que se encuentra la Farmacia, viera la luz con su conformación actual de calles y plazas. En casi siglo y medio se ha ganado una plaza (la del antiguo CEIP de Benalúa), un parking subterráneo (que permanece vacío la mayor parte del tiempo) y se han ganado muchas plazas de aparcamiento en las calles del barrio. Igualmente se han perdido la antigua playa de Babel por la expansión del puerto y el antiguo asilo; que en lugar de un centro vecinal, será un hospital privado. Así en perspectiva, parece que el ciudadano ha perdido espacio vital frente al automóvil y los intereses privados. Y es que parece ilógico que las ciudades, donde actualmente vive más de la mitad de la población mundial, sean cada vez menos amigables con sus habitantes. La Organización Mundial de la Salud dice; y cito textualmente: “Más del 80% de las ciudades del mundo superan los límites de calidad del aire establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y más de la mitad de las ciudades que miden esta contaminación notifican niveles de calidad 3,5 veces superiores a dichos límites, o incluso más elevados”.
La contaminación del aire mata de forma insidiosa. Cada año, tres millones de personas fallecen prematuramente debido a la contaminación del aire exterior, que es más intensa en las grandes ciudades de Asia, África y América Latina. Las causas de la mayoría de estas defunciones son el infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular, las enfermedades respiratorias y los distintos tipos de cáncer de pulmón”
Me gustaría centrar este artículo en torno a dos ejes, dos determinantes de la salud que afectan de pleno a nuestro barrio, el transporte y la movilidad sostenible y las zonas verdes.
Respecto a la primera, todo aquel que tenga coche y haya querido aparcar en Benalúa sabe por dónde van a ir los tiros de mi intervención. Voy a cumplir treinta años y tengo el carnet desde hace 10, si sumara todo el tiempo que he estado intentando aparcar en Benalúa para ir a ver a mi abuela, perfectamente llegaría al día; 24 horas dando vueltas al barrio, deseando, implorando encontrar un aparcamiento. Es por eso que cuando empecé a trabajar en la Farmacia decidí que bajaría en bicicleta siempre que pudiera. “Bueno, Benalúa está bien preparada para ir en bicicleta, tiene carriles bici”, pensaréis. Nada más alejado de la realidad, los carriles bici discurren por el centro de la calzada, y los conductores, lejos de pensar que les haces un favor por no contaminar su aire, piensan que eres un estorbo, un dichoso y molesto hippie que les ralentiza y obliga a reducir de marcha. Afortunadamente hay iniciativas vecinales que velan por un Benalúa más amistoso con los viandantes y ciclistas, como el propuesto por el ingeniero civil Jose Vicente García Abellán (Desapacho de arquitectura InGardi), presentado a la Concejalía de Urbanismo, aceptado y consensuado con la Asociación de vecinos El Templete y la Asociación de comerciantes de Benalúa, para peatonilizar los alrededores de la Plaza Navarro Rodrigo y el entorno de la calle Carratalá, el Mercado de Benalúa y los accesos al Colegio Público Benalúa, así como unificar el sentido del tráfico en Avda. de Aguilera y de Catedrático Soler para evitar que se usaran las calles Pardo Gimeno y Foglietti como atajo y de este modo favorecer que tanto ciclistas como peatones circulemos más tranquilos por el interior del barrio. Además estos cambios de movilidad, y como ha pasado en ciudades de nuestro entorno (Vitoria, Valencia, Pontevedra, etc…) han potenciado el pequeño comercio, de proximidad, que generan numerosos empleos y un beneficio directo en las arcas municipales, autonómicas y nacionales.
Lo cierto es que cuanto más infraestructura pública está destinada al paseo, el recreo, el encuentro social y la naturaleza, más tiempo pasamos en la calle y por tanto pasamos más tiempo activos, lo que redunda directamente en un mejor estado de salud físico y mental. Benalúa es un barrio envejecido, en su mayoría personas jubiladas que disponen de mucho tiempo libre al que dedicar su merecido descanso. Actualmente el barrio no dispone de un itinerario peatonal seguro y adaptado a las necesidades físicas y de movimiento de este colectivo y sería estupendo que la placeta extendiera sus tentáculos por algunas calles aledañas, disponiendo bancos, arbolado, terrazas y zonas de ejercicio y movilidad a disposición de los mayores y los no tan mayores, pues en los próximos años el barrio se enfrenta a un relevo generacional y depende de los propios vecinos y las administraciones que el barrio sea atractivo para parejas jóvenes que quieran que sus hijos crezcan en él. Y es que serán ellas, las nuevas generaciones quienes impulsarán la verdadera movilidad sostenible del barrio haciendo uso de la bicicleta, el patín y otros modelos de transporte urbano y sostenible que los comuniquen con el resto de la ciudad. De lo contrario el barrio quedará dividido, víctima de la gentrificación que ya ha comenzado a construirse en el sur, con amplias aceras, y espacios abiertos, soleados y verdes, aunque, dicho sea de paso, este autor cree que se ha dejado demasiado espacio para el aparcamiento y se han vuelto a olvidar de la bicicleta. Si seguimos así, el corazón de Benalúa se irá deteriorando en pro de una zona nueva, con mayor nivel de vida y mejores infraestructuras. No nos olvidamos de que también necesitamos mejores conexiones de transporte público, conexiones con las playas, a los hospitales, o a la Universidad, y por ahí también queda mucho trabajo por hacer.
Para acabar la parte de movilidad y como ciclista urbano que me considero, me gustaría exponer un cuadro comparativo entre la bicicleta y el coche con el fin de animar a todo el que lea esta entrada a que use más la bicicleta, especialmente en una ciudad como Alicante en la que todo está cerca y siempre hace buen tiempo; no importa si eres mayor ¡Vuelve a coger la bici, eso no se olvida! Y vuelve a sentir el viento en la cara y sé un buen ejemplo para las nuevas generaciones.
BICICLETA |
COCHE |
Más barata |
Más caro |
Quema calorías |
Quema combustibles |
No necesita repostar |
Necesita repostar (otro gasto) |
Se aparca fácil |
Pierdes tiempo buscando aparcamiento |
Mejora la circulación de tus piernas |
Empeora la circulación de tus piernas |
Te da el aire y llegas despejado al trabajo |
Estás encerrado y llegas estresado por el tráfico |
Ocupa poca vía pública |
Ocupa mucho espacio público |
Se tarda menos en trayectos cortos |
Se pierde más tiempo en trayectos cortos |
Voy a acabar este artículo con el segundo tema que nos ocupaba, más determinante en la salud que la movilidad y en el que tanto el barrio de Benalúa como Alicante y muchas ciudades españolas suspenden estrepitosamente: Las zonas verdes. ¡SEÑORES/AS, RENATURALICEMOS LAS CIUDADES! Quisiera recalcar este mantra como farmacéutico, promotor de la salud, amante de la Naturaleza y botánico amateur que soy. Llevamos siglos viviendo en ciudades para protegernos de enemigos e incluso protegernos de la misma Naturaleza, pero lo cierto es que el mundo natural no es el que era, y la ausencia de éste en las ciudades modernas nos está matando, sí, nos está matando. Según la OMS una ciudad saludable es aquella que pone a disposición de cada ciudadano un mínimo de 10 a 15 m2 de zonas verdes por habitante. Bien, pongamos la vista en nuestro barrio, entre la plaza Navarro Rodrigo y el parque urbano del antiguo colegio suman unos 8.875 m2 y si Benalúa cuenta con una población (según el INE) de unas 10.000 personas, cada vecino toca a 0’88 m2 de zona verde; una miseria si nos ceñimos a las recomendaciones de la OMS. Bueno, vamos a ser generosos y añadamos al cálculo la nueva plaza del antiguo cuartel de Benalúa (Parque de Les Corts Valencianes) que ocupa 8000m2 y que hay que compartir con los vecinos de Alipark y Princesa Mercedes (que no vamos a incluir en el cálculo), entonces cada benaluense tocaría a 1’6m2 de zonas verdes, todavía muy lejos. Pero vamos a contar también los nuevos 12.000m2 de zonas verdes que van a proporcionar Benalúa Sur y la ampliación del parque del mar (que también habrá que compartir con los vecinos del Centro y el Ensanche); pero esta vez vamos a incluir a los nuevos vecinos del futuro Benalúa Sur, que si son unas 600 nuevas viviendas podrían suponer unos 2.000 vecinos más al barrio, por lo que habría que dividir unos 28.000m2 entre 12.000 benaluenses, lo que da una relación de 2’4m2 de zona verde por habitante. ¡Seguimos suspendiendo!
Y si extrapolamos este cálculo a la ciudad de Alicante tampoco salimos bien parados, pues el resultado de 5’3m2 de zonas verde por alicantino aún queda muy lejos de los estándares de la OMS para considerar a la capital de la Costa Blanca como ciudad saludable.
Hay que dejar de ver a los parques, jardines y bosques urbanos como un gasto y empezar a verlos como una inversión. Dinero invertido en zonas verdes será a medio plazo dinero ahorrado en materia sanitaria. Richard Louv, escritor y periodista estadounidense acuñó en 2008 el término “Trastorno por déficit de Naturaleza” (TDN).Y es que destacadas investigaciones a lo largo de varios años y en todo el mundo demuestran cómo la exposición directa a la naturaleza es esencial para el desarrollo humano, especialmente de los niños, y detallan las consecuencias negativas de no tenerla con regularidad: obesidad, dificultad de atención, enfermedades cardiovasculares y, la más importante, por generalizada, la depresión.
Louv también detalla los efectos positivos del contacto cotidiano con la naturaleza que nos rodea:
Para acabar quisiera hacer constar los retos a los que se enfrenta Alicante en el futuro inmediato si queremos mitigar los efectos del cambio climático, atraer un turismo sostenible y mejorar la calidad de vida de los alicantinos y alicantinas. La ciudad debe despejar de tráfico el frente litoral, terminando el frente litoral que una de manera peatonal, por vía ciclista y TRAM la playa de Mutxavista con Urbanova, debe finalizar el soterramiento ferroviario y proteger los terrenos liberados de la especulación inmobiliaria y crear una gran zona verde en el corazón de la ciudad, Alicante debe proteger y reforestar los montes Tossal, Benacantil y Serra Grossa. Y la administración debería hacerse eco de un proyecto de un despacho de arquitectura (responsable de la “Rotonda de los Quesos” en Miriam Blasco) que diseñó un proyecto que tuvo poca o nada repercusión entre los alicantinos, un proyecto que nos pondría en el mapa europeo de ciudades verdes, saludables y sostenibles, a la altura de Vitoria-Gasteiz (que desde los años noventa viene construyendo un parque a modo de anillo periurbano que circunvala la ciudad), de Copenhague, Hamburgo o Estocolmo. Dicho proyecto uniría el Palmeral barranco de las Ovejas con el cementerio y los lagos de Rabasa, el parque del soterramiento, la universidad de Alicante y el recinto ferial de Rabasa con las lomas del Garbinet y Monte Orgegia con el barranco del Juncaret hasta la Albufereta, añadiendo cientos de hectáreas de zonas verdes a Alicante, revalorizando la ciudad, atrayendo inversión y siendo impulsor de empresas que fomenten la nueva economía verde que tiene que sacarnos de la crisis y revertir el calentamiento global. Además los alicantinos y alicantinas estaríamos más sanos mental y físicamente, contaríamos con una gran área de esparcimiento, contemplación de la naturaleza y relajación al poder alejarnos del mundanal ruido de la urbe.
Infografía que refleja cómo se vería la ciudad de Alicante si un gran parque periurbano la circunvalase.